El trasplante de hígado es una alternativa de tratamiento para personas con insuficiencia hepática que no puede controlarse con otros tratamientos, o para quienes padecen cáncer de hígado. En este procedimiento se extirpa el hígado que ya no funciona adecuadamente, para ser reemplazado por un hígado saludable, ya sea de un donante fallecido o con una parte de un hígado sano de un donante vivo.
El hígado es el órgano indispensable para la vida, y sus funciones son complejas y muy variadas.
Entre ellas están:
- Procesar nutrientes, medicamentos y hormonas
- Producir bilis, que ayuda al organismo a absorber grasas, colesterol y vitaminas liposolubles
- Fabricar proteínas que intervienen en la coagulación sanguínea
- Eliminar bacterias y toxinas de la sangre
- Prevenir infecciones y regular respuestas inmunológicas
Aunque desde los años 60 se intentó realizar este tipo de trasplantes, sería hasta los años 80 cuando con el enorme avance de la ciencia se logró por vez primera tener éxito. Gracias a las mejoras en técnicas quirúrgicas, de anestesia, de manejo de la coagulación, y sobre todo de la inmunosupresión, en 1983 tiene lugar la declaración del trasplante hepático como de utilidad terapéutica demostrada y su verdadera difusión por todo el mundo. La supervivencia de los pacientes trasplantados en un año pasa del 30 al 70%, y continuaría mejorando en las siguientes décadas, significando una enorme esperanza para quienes algunos años antes hubieran estado condenados a morir en pocos meses, o incluso días.
Donar tus órganos cuando ya no los necesites es donar vida. Si no eres donante y deseas serlo, regístrate en las instancias pertinentes de tu país. En México es el Centro Nacional de Trasplantes.
