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Aneurisma cerebral

El aneurisma cerebral es una protrusión pequeña y redonda que se desarrolla en una arteria del cerebro, debido al afinamiento de la pared del vaso sanguíneo. Un aneurisma cerebral puede reventar o romperse y eso conduce a graves problemas médicos.

El tabaquismo y la hipertensión pueden aumentar el riesgo de una persona de tener un aneurisma cerebral; además, parece que la genética también desempeña alguna función en esto. Las personas que tienen dos o más familiares con antecedentes de aneurisma cerebral corren más riesgo de desarrollar uno.

Un aneurisma cerebral que revienta deriva en un tipo grave de accidente cerebrovascular, llamado hemorragia subaracnoidea, que implica la presencia de un sangrado sobre la superficie cerebral y dentro de las zonas más profundas del cerebro. Estos accidentes cerebrovasculares pueden convertirse en un grave problema médico si no se atienden de manera inmediata y adecuada.

Los aneurismas cerebrales no reventados no suelen manifestar síntomas, masque en muy raras ocasiones. Por esto, lo más frecuente es encontrarlo por casualidad, a través de estudios como una tomografía computarizada (TC) o una resonancia magnética (IRM) del cerebro, realizada por alguna otra razón. A partir del diagnóstico, se podrán realizar estudios más especializados para evaluar el aneurisma y tomar decisiones respecto al tratamiento.

El tratamiento puede incluir el pinzamiento quirúrgico, en el que el neurocirujano pone una pinza metálica diminuta en la base del aneurisma para detener el flujo sanguíneo hacia el mismo, y la embolización endovascular, en la que, a través de un catéter insertado en una arteria se sella el aneurisma. El tratamiento disponible más actual es el llamado desviador de flujo, un implante tubular parecido a un stent que desvía el flujo sanguíneo para que no llegue al saco del aneurisma.

Los aneurismas cerebrales son comunes, alrededor de 2 por ciento de la población general tiene un aneurisma cerebral que no ha reventado. Cuando se encuentra uno, es preciso sopesar el peligro de que reviente sin ningún tratamiento, contra el riesgo que implica dar tratamiento.

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