Los ojos no solo están expuestos a daños por los rayos UV del sol y la luz azul de dispositivos móviles; durante los meses más fríos, el viento y el polvo pueden causar sequedad ocular, un trastorno generado por un déficit de producción de lágrimas.
El ojo seco se manifiesta principalmente con signos como:
- Sensación de ardor o picazón en los ojos
- Mucosidad viscosa en los ojos o alrededor de estos
- Sensibilidad a la luz
- Ojos rojos
- Sensación de tener una “basurita” en el ojo
- Irritación y lagrimeo
- Sensación de pesadez o fatiga en los párpados
- Visión borrosa
Los ojos secos no están adecuadamente lubricados, lo que puede desembocar en lesiones en la córnea o en la conjuntiva.
La resequedad ocular sucede cuando, por diversas razones, la película lagrimal se ve alterada. Entre estas razones podemos mencionar cambios hormonales, enfermedades autoinmunes, inflamación de las glándulas sebáceas en el párpado o alergias en los ojos. Algunas personas tienen resequedad ocular a causa de la disminución de la producción de lágrimas o de un aumento en la evaporación de éstas.
Algunas medidas de prevención para proteger los ojos y la vista son:
- Evitar que el viento sople directamente en los ojos, así como el aire de calefacciones y aires acondicionados, secador de pelo o ventiladores.
- En invierno, utilizar un humidificador para evitar el aire seco al interior de las casas
- Hacer pausas para descansar los ojos, cerrándolos o pestañeando, durante el trabajo en las computadoras y celulares
- Evita fumar
- Usar medicamentos oftálmicos o lágrimas artificiales, si el oftalmólogo lo indica