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Microbiota y probióticos

Cada día se conoce más acerca de los probióticos y su papel en la salud de nuestra microbiota, es decir, las bacterias que viven dentro de nosotros. Los seres humanos albergamos en nuestro tracto gastrointestinal (desde la boca hasta el recto) miles de millones de bacterias de 400 especies distintas.

Esta colonización comienza a partir del nacimiento. Se sabe que la variedad de bacterias es diferente en los niños nacidos por cesárea, de aquellos que nacieron por parto vaginal. Asimismo, varía en niños alimentados con leche materna, de los alimentados con fórmula láctea. Conforme el bebé va creciendo y aumenta su contacto con lo que le rodea, se enriquece su microbiota, que crea una simbiosis con el hábitat en el que reside, en un frágil equilibrio.

Aproximadamente al cumplir un niño los dos años, su microbiota se estabiliza y se equilibra, haciendo funciones como la síntesis de vitamina B12 y vitamina K en el colon, la fermentación de los carbohidratos no digeribles y la producción de ácidos grasos de cadena corta, además de tener un papel en el sistema inmunológico.

En las diversas partes del tracto gastrointestinal habitan diferentes especies de levaduras y bacterias, según la capacidad que tienen unas y otras de sobrevivir en los distintos medios. Por ejemplo, en la boca abundan bacterias como la Streptococcus mutans, una de las responsables de las caries. En el estómago, que es un medio extremadamente ácido, pueden vivir bacterias como la Helicobacter pylori. El duodeno e intestino delgado son alcalinos, debido a la bilis y a los jugos pancreáticos, por lo que bacterias como la Salmonella enteriditis pueden habitar ahí.

Los probióticos son microorganismos vivos y benéficos para la salud, y deben ser capaces de sobrevivir al ácido estomacal y a la bilis, mejorar la resistencia a infecciones, normalizar el equilibrio de la microbiota intestinal, aumentar la producción de ácidos grasos de cadena corta, regular el tránsito intestinal e incrementar el recambio de los enterocitos (células intestinales). No todas las bacterias ni levaduras pueden ser consideradas como probióticos.

Es importante señalar que solo un médico puede recomendar probióticos, dependiendo de las necesidades de cada paciente, y nunca deben administrarse sin vigilancia de un especialista.

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