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La responsabilidad de los padres en la formación de los hijos

Algunos empresarios que actualmente contratan universitarios recién egresados, mencionan que observan en ellos falta de hábitos de trabajo, como la puntualidad, poca fortaleza ante la presión, baja tolerancia a la frustración, impaciencia, falta de autodominio, comportamientos no éticos, intolerancia, poco control de carácter, individualismo, piensan muy poco en los demás y dificultad para trabajar en equipo.

Los primeros responsables de la educación de nuestros hijos somos nosotros, los padres; las escuelas y universidades solo nos apoyan en esta.

Nuestros hijos formarán la sociedad en un futuro. ¿Les estamos transmitiendo los valores, principios y cimientos necesarios para que formen una sociedad respetuosa y honesta, donde se busque el bien común? Los padres debemos tomar nuestra responsabilidad hacia los hijos.

Los valores, principios y habilidades que se enseñan desde pequeños se quedan impregnados en su ser, y los guiarán y ayudarán durante su vida.

Para ser buenos padres no tenemos que prepararles el camino a los hijos (secando los charcos, moviendo los obstáculos, aplanando el camino, etc.) sino preparar a nuestros hijos para recorrer cualquier camino, dándoles las herramientas necesarias para hacerlo (virtudes, valores, responsabilidades, enseñarlos a preocuparse por los demás, a ser solidarios, generosos, emprendedores, etc.)

Algunos puntos para formar la personalidad y el carácter de los jóvenes preuniversitarios desde el ámbito familiar son:

- No tener miedo a exigir. Una exigencia razonable y comprensiva que les permita dar lo mejor de ellos. No tener miedo a exigir, pero recordando que cada hijo tiene diferentes capacidades, y la exigencia debe ser de acuerdo con cada uno de ellos, para lograr que florezcan todas sus fortalezas y que aprendan a dar lo mejor de ellos.

- El buen ejemplo de los padres. Los valores y virtudes se aprenden generalmente por imitación, ser para ellos un modelo de vida. Para transmitir los principios hay que vivirlos diariamente.

- El genuino interés por los hijos. Interesarnos por cada uno de ellos, por lo que piensan, hacen, desean y necesitan. No buscar solo que se conviertan en adultos competitivos, sino que sean también colaboradores e íntegros. Cuando nuestros hijos se sienten aceptados y valorados, aprenden y responden mejor. Darles tiempo, escucharlos, acompañarlos y guiarlos. Si les resolvemos todo, no les permitimos desarrollarse y crecer como personas.

- Un clima donde se facilite el crecimiento personal. Ofrecer un clima familiar cálido, afectuoso y humano, donde nos ayudemos, comprendamos, vivamos el amor y aprendamos unos de otros; donde permitamos a cada uno de ellos desarrollar su verdadera personalidad.

Los padres tenemos que buscar formar personas íntegras, que serán la base de las futuras sociedades. Queremos que mejore la sociedad, hagamos nuestro papel y eduquemos integralmente a las personas que la van a formar: nuestros hijos.

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