imagen del artículo Adicción a los videojuegos

Adicción a los videojuegos

La adicción a los videojuegos va más allá de sentir pasión por los juegos de video. Es un patrón de comportamiento adictivo, en el cual jugar digitalmente o por video es la máxima prioridad en la vida de la persona. Este intenso apego interfiere con la rutina diaria del sujeto en cuestión y afecta a su bienestar mental y físico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce a la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental. El manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría no lo considera un trastorno oficial, pero recomienda estudiar más este fenómeno. Los síntomas, según la OMS, incluyen una alteración de la capacidad de controlar el juego, una prevalencia del juego sobre otros intereses y actividades, hasta el punto de que deriva en malestar o funcionamiento alterado y un comportamiento lúdico continuo pese a consecuencias negativas.

Existen varias señales de alarma que se pueden buscar ante la inquietud de que un niño padezca una adicción a los videojuegos:

- El niño ya no hace deportes, ni juega al aire libre y no hace otras actividades que no impliquen juegos de video.

- El niño interactúa principalmente con otros miembros de la comunidad electrónica de juegos de video.

- Ha disminuido el rendimiento académico del niño, y su interés por los videojuegos ha aumentado.

- Utiliza el videojuego la mayor parte de su tiempo libre.

- Los juegos de video alteran sus patrones de sueño.

También es de vital importancia prestar atención a las reacciones emocionales del menor cuando no puede participar en esos juegos de video. Si en ese caso se pone sumamente enojado, ansioso o alterado, probablemente se puede estar gestando una adicción a los videojuegos.

Debido a que se trata de un trastorno adictivo, es difícil para quienes tienen la adicción a los videojuegos reducir la cantidad de tiempo que invierten en ellos. Cuando se les confronta acerca del tiempo perdido en el juego, las personas en esa situación no suelen admitir que necesitan reducirlo y muchos insisten en que su comportamiento es normal.

En este contexto hay que recordar las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría respecto a las pantallas digitales: los menores de 18 a 24 meses no deben usar medios de comunicación social, a menos que sea para videoconferencias; en los niños de 2 a 5 años se debe limitar el tiempo frente a una pantalla a no más de una hora diaria y de algún programa de buena calidad. A medida que el niño crece se puede aumentar un poco el tiempo de pantalla, pero procurando que no sea mayor a dos horas diarias, incluidas la televisión, la tableta y los videojuegos.

Finalmente, es muy importante que los adultos supervisen los contenidos de los videojuegos que sus hijos están utilizando.

También te puede interesar