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La Infidelidad

Hoy, más que nunca, una pareja estable y fiel es más difícil de encontrar que un taxi cuando llueve. Aunque queremos encontrar razones por las que las parejas dejan de creer en el “fueron felices para siempre”, la realidad es que puede ser explicable, pero entendible nunca.

En la época en que vivimos, donde cada vez menos parejas eligen el matrimonio como forma de vida, y aquellas que sí se casan lo hacen de mayor edad, vemos que el divorcio llega en el 50 por ciento de los casos (en algunas ciudades del país), y que la confianza en el concepto de pareja va en declive.

Quizá por este camino se pueda entender un poco más por qué la infidelidad ataca a la mayoría de las relaciones hoy en día. Una encuesta nos muestra que el 51 por ciento de los hombres y el 46 por ciento de las mujeres han admitido haber sido infieles; esta cifra es alarmante de por sí, pero si consideramos que el tema de la infidelidad aún sigue siendo un tema tabú (la gente puede ser infiel y no admitirlo), dicha cifra debe ser bastante mayor. Si tomáramos al pie de la letra el dicho de “una vez infiel, siempre infiel”, entonces la población mundial que cree en la fidelidad estaría reducida a menos de la mitad. Si es difícil conseguir una buena pareja hoy en día, ahora imagínense con esta merma.

Pero lo que llama la atención es saber por qué la gente está siendo cada vez más infiel, cada vez más despreocupada de tener una relación significativa y la monogamia parece el Santo Grial del siglo XXI, sobre todo porque el ser infiel ya no es mal visto, al contrario, se está volviendo algo común.

Yo debo confesar que al principio pensaba que la infidelidad era producto del egoísmo, de seres malos que solo pensaban en sí mismos y en satisfacer sus necesidades de la carne y que debían encerrarlos a todos. Estaba equivocada y ofrezco una disculpa a quien me haya escuchado decir esto en persona. Con el tiempo me he dado cuenta de que quien más sufre una infidelidad no es el engañado, sino el engañador.

Esto se debe a que generalmente una persona puede tolerar un poco mejor el que la hayan engañado, tratado mal, le hayan mentido y se hayan burlado de ella. Es duro, claro, pero la vida nos ha enseñado que hay gente que siempre querrá pasar por encima de uno, y que cuando te esfuerzas por hacer el bien, puedes estar tranquilo y en paz contigo mismo. Un infiel no tiene esto, no tiene la paz interior de saberse buena persona, es consciente de que lo que hizo no fue lo mejor y que por más que cambie de pareja y siga con su vida, siempre sabrá que fue capaz de hacer algo tan deshonesto, y que en el libro de su vida quedará escrito el capítulo de su engaño.

A final de cuentas, un engaño tiene dos partes, ambos en la pareja influyeron para que se diera la infidelidad, aunque solamente uno es el responsable, aquél que lleva a la práctica el acto del engaño se vuelve completamente responsable de él. Por eso es importante también entender que ambas partes de una pareja deben cuidarse, procurarse y esforzarse porque la otra persona esté feliz y cómoda; cuando una parte deja de preocuparse por tener una buena relación empieza a cambiar la dinámica y es más probable que se caiga en este tipo de errores.

Tenemos varios componentes en el amor de pareja y ninguno debe descuidarse. Sin importar el tiempo que lleven juntos, conocer y valorar estos componentes ayudará a que se tenga una buena relación, y una buena relación no acepta a un tercero.

El amor incluye el eros, ese amor pasional del deseo sexual que nos remite al coqueteo, a lo estético y a la química que hay entre dos personas. Se puede decir que aquí se encuentra el amor egoísta, ya que busca satisfacerse individualmente por medio de la otra persona y aún no ha crecido lo suficiente como para que el bienestar de la otra persona tenga un lugar importante en la vida del otro. Quizá éste es el primer paso de una relación, cuando hay atracción física que te hace moverte voluntariamente hacia alguien más, voltearla a ver, desear que esa persona sea tuya. Este tipo de amor no soporta una relación a largo plazo, ya que se acaba; el enamoramiento y la pasión tienen un tiempo de vida corto y solamente pueden seguirse dando en el futuro si se trabaja y se decide eso, basándose en el otro componente del amor.

El segundo componente es filia o la amistad. Este componente del amor nos habla de esa relación donde lo que une a las personas son los puntos en común, la complicidad, gustos parecidos y un cariño desinteresado, donde de forma sincera quieres que la otra persona esté bien y sea feliz, disfrutas pasar tiempo con ella y comienzas a incluirla en tu vida. Podemos decir que éste es el segundo paso del amor, donde existe un conocimiento, pláticas, crecimiento y construcción de algo, donde descubres a tu alma gemela.

Por último, tenemos el grado más elevado del amor, ágape, el cual sublima al componente anterior, lo suma y lo potencia, ya que quieres tener a la otra persona para siempre de forma exclusiva y comprometida contigo. Se da una relación formal con un futuro y cierto apego a querer que esa pasión y amistad se den sin límite, donde la otra persona y su bienestar puede estar incluso por encima de los propios intereses, donde dejan de ser dos para ser uno.

Estos tres aspectos del amor son tan importantes en una relación estable que, cuando falta uno, existe un vacío, y hay una necesidad no cubierta que de alguna forma se deberá satisfacer. Lo ideal es que ésta se cubra dentro de la pareja, pero a veces es más fácil salir a buscarla en alguien más.

Esto se debe a que las personas pueden representar más puramente alguno de estos aspectos a simple vista; es decir, un hombre que tiene la necesidad no cubierta de afecto y pasión entra a un bar y encontrará, en un lapso no mayor de cinco minutos, a más de una mujer dispuesta a ofrecer simplemente sexo y pasión, sin hablar, profundizar ni construir algo significativo.

Se vuelve muy sencillo realizar este ritual, en vez de volver a casa, hablar con la pareja y expresar la necesidad que se tiene y que siente que no se cumple, proponer y entre los dos buscar una solución para superar el bache.

Este tipo de infidelidades se dan más en los hombres, quizá porque los hombres son más físicos, quizá porque las mujeres son más emocionales, quizá porque un hombre siempre sentirá deseo y por medio de los actos físicos es que reafirma el amor por su pareja, mientras que una mujer primero necesita tener un lazo emocional sano y fuerte, antes de querer tener un encuentro pasional con su pareja. Así que lo primero que una mujer le quita a un hombre cuando no hay algo perfecto es el sexo, la pasión, y eso es precisamente lo que él necesita en momentos difíciles.

Por otro lado, la mujer suele ser más infiel por el segundo elemento del amor, la amistad, la conexión, el afecto. Cuando siente que su pareja ya no está involucrada en sus cosas, cuando solo la busca por lo físico (ya que así un hombre también demuestra amor), y cuando ya no hay pláticas o intercambio, es cuando tiene una necesidad que cubrir. Y si su pareja no se la puede satisfacer, alguien más lo hará. Por lo tanto, busca a algún amigo, entrenador, compañero de trabajo, o alguien con quien tenga algo en común y forme parte de su vida, pasen tiempo juntos y exista un lazo.

Estas diferencias hacen que la forma de superar una infidelidad sea tan diferente en una pareja. De un hombre se pueden escuchar comentarios como: “no me importa si fuiste a cenar con él, pero ¡necesito saber si te acostaste con él!”. Para un hombre el aspecto físico es tan fuerte que es en eso en lo que se fijan al instante. Una mujer típicamente puede perdonar más fácil un encuentro pasional, siempre y cuando: “no te hayas enamorado de ella”.

El último aspecto del amor, el apego, o sea la relación a largo plazo, no es básicamente una razón para la infidelidad, porque en una relación de pareja formal es casi imposible que no haya apego y compromiso, y normalmente no se busca en una aventura eso, primero terminas la relación y empiezas otra.

Ya que vimos cómo funcionan las infidelidades, podemos llegar al punto central, que es que hoy en día la gente es infiel simplemente porque puede, porque es más fácil buscar momentáneamente en otro lado lo que te falta en la relación, que trabajarlo y hablarlo dentro de la pareja. Porque hoy en día los caminos largos se nos hacen muy pesados, y es mejor tomar el atajo y satisfacer, aunque sea por un momento, la necesidad no satisfecha, aunque sepas que en el futuro seguirá ahí, total, ya te preocuparás luego.

La vida cada vez nos ha hecho más intolerantes a los procesos, tenemos en un clic la información que queremos en una computadora, tenemos a una llamada telefónica casi todo lo que podemos necesitar, y las filas largas ya no son aceptables, ni en el banco ni en el supermercado. De esta forma, ¿cómo pensamos que vamos a tener paciencia para construir una relación si no queremos que nos tome tiempo, si lo queremos todo al instante?

Así que la infidelidad se da porque la gente ya no está dispuesta a trabajar para conseguir algo, quiere todo en la fila exprés, al instante, fácil y sin problemas. Pero la falta de trabajo y de compromiso no es más que una falla personal, es la mediocridad individual. Llegamos a la conclusión de que la infidelidad es producto de fallarse a sí mismo, y para poder superar una infidelidad se debe de partir del mismo amor, del trabajo, del esfuerzo y de querer ser mejor persona. No estoy diciendo que este sea el camino fácil, de hecho, les auguro dificultades, pero al final solamente este camino los llevará a la felicidad, y este camino valdrá la pena.

Por Adriana Patiño

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