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La relación entre la mente y el cuerpo

Lic. Concepción Caraza.

Psicóloga y psicoterapeuta Gestalt.

Adolescentes y Adultos.

concaraza13@gmail.com


Los seres humanos manifestamos nuestras emociones; primero desde las sensaciones en nuestro cuerpo, dependiendo de las situaciones que vayamos viviendo van surgiendo y se van expresando continuamente. Por ejemplo, si alguna situación vivida nos hace sentir tristeza, en nuestro cuerpo surgen ganas de llorar; las sensaciones se ubican en el pecho y nos brotan lágrimas en los ojos.

Así, también existen nuestras necesidades psicológicas: de afecto, de amar, de sexo, de reconocimiento, de expresarnos… pero: ¿Realmente somos capaces de pedir lo que necesitamos a las personas que nos rodean?, ¿o simplemente dejamos que adivinen o damos señales para que se dé una reacción?

Por lo general abrimos nuestros pensamientos y deseos más íntimos a las personas que nos han demostrado su confianza, que nos han apoyado en nuestro camino y han sido empáticas en nuestras dificultades; puede ser algún familiar, amigos de la infancia, compañeros de trabajo, colegas o personas que vamos sumando en nuestro camino y que por una o varias razones vemos en ellos un medio que nos da la confianza para desahogarnos.

Por otro lado, estamos en constante búsqueda para resolver de la mejor manera lo que se nos presenta en la vida, ¿quién o qué nos hace no cumplir nuestros deseos más humanos, más íntimos?, ¿realmente nuestras confidencias, a medida que lo necesitamos son “resueltas” con estos grupos de personas que nos van rodeando día a día?, ¿nos sentimos satisfechos cuando pedimos consejos y realmente vamos “sanando” y avanzando en nuestras elecciones, desde la más simple como, por ejemplo, qué tipo de bebida tomar o hasta la elección de pareja?

Cuando no es suficiente un consejo o punto de vista de alguien cercano, ya que no logramos trascender nuestras elecciones o carecemos de la capacidad de ir cumpliendo nuestras necesidades psicológicas, es de gran prioridad que acudamos a un proceso terapéutico, donde podremos profundizar en introspección para “caer en cuenta” de qué o quién es lo que nos está interrumpiendo en estos procesos, y así llegar a un punto o varios de congruencia y armonía en la relación de los procesos necesarios y vitales de nuestro organismo. Me parece que es de “valientes” volvernos responsables de nuestras elecciones y hacer una reflexión de la manera en cómo nos vamos conduciendo por la vida.

Así, en el presente siempre se podrá encontrar la manera de resolver y elegir, no sólo desde la mente, sino aprender a elegir desde lo que el cuerpo está pidiendo y la mente no deja que fluya. Por lo anterior, es importante realizar la introspección correcta con el terapeuta adecuado. Éste, de preferencia se escogerá dependiendo de la empatía que pueda surgir desde la primera sesión, de la relación, cada persona sabrá quién y qué tipo de terapia le apoyará mejor para la problemática que está viviendo. Pueden ser varias experiencias terapéuticas, hasta que finalmente se escoge el mejor en beneficio propio.

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