El cáncer cervicouterino se desarrolla en el cuello uterino, la parte inferior del útero que lo conecta con la vagina. Aunque en algunos países desarrollados, se presenta escasamente debido a medidas de prevención, en países como México y algunos de América Latina sigue enfermando y causando la muerte de muchas mujeres. Según datos del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, en México, el cáncer de cervicouterino es la segunda causa de muerte por cáncer. Cada año más de 4,000 mujeres mayores de 25 años fallecen por esta enfermedad en nuestro país.
En la mayoría de los casos, el causante del cáncer de cuello uterino es el virus del papiloma humano (VPH), una infección común de transmisión sexual. Afortunadamente, nuestro sistema inmune suele eliminar el virus de forma natural. Sin embargo, algunas cepas del VPH, especialmente el VPH-16 y el VPH-18, pueden persistir y desencadenar un crecimiento celular anormal en el cuello uterino, que puede desembocar en cáncer.
La clave para dar esta batalla es la detección precoz; la citología cervical, mejor conocida como Papanicolaou, que es un estudio muy sencillo en el cual se examina tejido del cuello uterino en busca de células precancerosas. Esto permite intervenir antes de que se desarrolle el cáncer. Por otra parte, debes saber que la vacuna contra el VPH es segura y efectiva contra las cepas de mayor riesgo.
El estigma social que rodea a la salud sexual y la falta de educación pueden impedir que las mujeres se sometan a pruebas como el Papanicolau, por lo que en países de América Latina es necesaria la difusión e información dirigida a niñas y jóvenes, respecto a temas como el cáncer cervicouterino y el Virus de Papiloma Humano.
La Organización Mundial de la Salud aspira a lograr una reducción del 90% de las muertes por cáncer cervicouterino para 2030. Para ello se requieren acciones de los gobiernos que apunten a la vacunación generalizada, la detección y el acceso a tratamientos.
