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Adolescencia y marihuana

La adolescencia es una etapa del desarrollo humano muy importante. Mientras que en la infancia aprendemos habilidades y conocimientos básicos, como son la coordinación psicomotriz, el lenguaje y la lectoescritura, y vamos desarrollando nuestro sentido de autonomía y de valía, en la adolescencia se define y establece la personalidad y aprendemos otras habilidades sociales, cognitivas y emocionales, de mayor complejidad y destreza.

Los adolescentes se encuentran en el grupo de edad de mayor riesgo cuando se presenta el consumo de marihuana en sus vidas. Para muchos adolescentes puede resultar fácil compensar sentimientos de inferioridad, inadecuación o de ansiedad con el consumo de marihuana, sin embargo, tiene efectos muy dañinos.

El cerebro humano llega a su mayor tamaño cuando tenemos unos once años; de los 12 o 13 años hasta que tenemos unos 25, el cerebro se reconfigura y aprendemos nuevas y complicadas habilidades y algunas cosas las desaprendemos; a esto se le llama poda neuronal. Durante este largo proceso, el cerebro tiene mayor plasticidad, es decir, se está conformando y reconformando. Esto afecta a todo el cerebro, pero involucra especialmente a aquella parte que más tarda en madurar: el córtex frontal y el prefrontal. Es en esta zona en donde desarrollamos funciones avanzadas que van templando el carácter, tales como la toma de decisiones considerando múltiples factores, tolerancia a la frustración, lograr postergar el placer, y otras habilidades y funciones cognitivas complicadas.

Cuando se presenta el uso o abuso de sustancias psicoactivas, como la marihuana y el alcohol, por mencionar los dos más comunes, el proceso de experimentación y asimilación que llevan a una sana maduración y al aprendizaje de habilidades complejas se afecta y disminuye de distintas maneras. El uso y abuso de la marihuana en esta etapa tan vulnerable hace que se vuelva fácil utilizar la sustancia con frecuencia, para compensar sentimientos de dolor, soledad o ansiedad por unos de aparente euforia y bienestar. La mayoría de las sustancias psicoactivas inducen o parecen producir un sentido placentero que atenúa y anestesia el dolor, aunque no estemos muy conscientes de que lo tenemos o qué lo ha causado.

Frecuentemente, el consumo de marihuana y otras sustancias en la adolescencia, esconde o involucra problemas y conflictos no resueltos al interior de las familias. Estos se pueden presentar como falta o exceso de límites, abuso emocional, abandono por alguna figura parental, o de otras maneras distintas en la dinámica y el crecimiento familiar. Es común y fácil pensar que es el adolescente quien presenta o trae el problema de manera aislada o espontánea, y por lo mismo es fácil estigmatizarlos.

El entorno familiar es el más indicado para procurar y fomentar los factores que incidan y orienten de manera certera al adolescente, frente al posible consumo de marihuana. Asimismo, es muy importante contar con una estrategia y apoyo profesional cuando el consumo es problemático.

Por último, es importante mencionar que la marihuana, así como el alcohol, es considerada una sustancia de entrada, es decir, frecuentemente sirve como la antepuerta a la experimentación de sustancias más nocivas y adictivas, como son el crack, la cocaína y las drogas de diseño, entre muchas más.

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