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Piedras en el riñón


Los cálculos o piedras en el riñón, conocidos médicamente como nefrolitiasis, son uno de los trastornos urológicos más comunes, y que afectan a millones de personas en todo el mundo. Son pequeños depósitos minerales endurecidos que pueden causar un dolor y unas molestias insoportables, y que repercuten en la calidad de vida de quienes los padecen.

Las piedras en el riñón se forman cuando ciertas sustancias, como el calcio, el oxalato y el ácido úrico, se acumulan en los riñones. Varios factores contribuyen a su formación, como la deshidratación, los niveles elevados de ciertos minerales en la orina, las infecciones del tracto urinario y la predisposición genética. Además, factores relacionados con el estilo de vida, como la dieta y la ingesta inadecuada de líquidos, pueden aumentar el riesgo de desarrollar cálculos renales.


Los síntomas de los cálculos renales pueden variar según el tamaño y la localización. Al principio, las personas pueden experimentar molestias leves o dolor en la parte baja de la espalda o el abdomen, acompañadas de sangre en la orina, micción frecuente y orina turbia o con mal olor. A medida que los cálculos avanzan por el tracto urinario, puede aparecer un dolor intenso e intermitente, conocido como cólico renal. Estos episodios dolorosos también pueden ir acompañados de náuseas, vómitos y fiebre.

El diagnóstico de los cálculos renales suele realizarse con una combinación de historia clínica, exploración física y pruebas diagnósticas. El médico podría solicitar un análisis de orina o de sangre y estudios de imagen como radiografías, ultrasonidos o tomografías computarizadas para confirmar la presencia, el tamaño y la ubicación de las piedras. Esta información es necesaria para ofrecer las opciones de tratamiento más adecuadas.

El tratamiento de los cálculos renales depende del tamaño, la localización y el estado general de salud de la persona. Cuando la piedra es pequeña, puede expulsarse de forma natural a través de la orina. En estos casos, el médico puede recomendar aumentar la ingesta de líquidos para facilitar su expulsión. También pueden recetarse analgésicos y bloqueadores alfa para aliviar las molestias y facilitar la expulsión.


En el caso de cálculos de mayor tamaño o que no se expulsan a través de las vías urinarias, puede ser necesaria una intervención como la litotricia por ondas de choque, para romper los cálculos, o la nefrolitotomía percutánea para extraer la piedra a través de una sonda. En raras ocasiones, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.

Mantenerse bien hidratado, limitar la ingesta de sal y proteínas de origen animal puede reducir el riesgo de formación de cálculos renales.

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