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Padecer asma no impide tener calidad de vida

El primer martes de mayo se conmemora el Día Mundial del Asma. En el mundo, se estima que 235 millones de personas padecen asma, enfermedad crónica más frecuente en niños y está presente en todos los países, independientemente de su grado de desarrollo, indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Se trata de un padecimiento crónico que provoca inflamación y estrechamiento de las vías que conducen el aire a los pulmones, lo que genera ahogo que podría derivar en ataques con consecuencias severas.

De acuerdo con la OMS, más del 80 por ciento de los fallecimientos por asma se presentan en naciones de ingresos bajos y medios-bajos. Las causas fundamentales de este padecimiento no están completamente esclarecidas.

Aunque no tiene cura, es controlable mediante el tratamiento adecuado, y los pacientes pueden disfrutar de una buena calidad de vida, considera el médico neumólogo Gabriel Escobedo Arenas, de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En México es la decimotercera causa de consulta médica en las unidades de medicina familiar; “Tal vez no sea la más importante, pero sí está presente, y lo grave es que sigue muriendo gente por asma cuando nadie debería fallecer por una crisis asmática”, considera el académico universitario.

Ello se debe a diagnósticos erróneos; si los médicos no realizan una valoración oportuna no se podrá brindar un tratamiento temprano y, por lo tanto: “tenemos un sub diagnóstico o un mal diagnóstico del paciente con asma y esto influye en la morbilidad de la enfermedad”.

En ocasión del Día Mundial del Asma, que se celebró el pasado martes 4 de mayo, con el respaldo de la OMS y la Iniciativa Global para el Asma (GINA, por sus siglas en inglés), el especialista comentó que hablar del asma es referirse a una enfermedad que se considera heterogénea. Es decir, con diferentes formas de manifestarse, y hasta el momento no existe una etiología definida sobre esta.

Quienes la padecen presentan dificultades para meter aire a los pulmones, pero sobre todo para exhalarlo, esto es lo que nos proporciona las características clínicas específicas de la enfermedad, la más conocida es la sibilancia, los bronquiolos se cierran y se produce el sonido clásico del silbido; es decir, les cuesta mucho trabajo sacar el aire, debido al bloqueo parcial en las vías respiratorias.

El especialista detalló que los principales factores de riesgo son la combinación de una predisposición genética con la exposición ambiental a sustancias y partículas inhaladas, como alérgenos dentro de las viviendas: polen, polvo, ácaros, caspa de mascotas, humo de tabaco, irritantes químicos o la contaminación atmosférica.

Además, estados de angustia, ansiedad y nervios podrían originar la enfermedad. “El asma también tiene una relación importante con los sentimientos y las emociones. De ahí que la propia definición nos indica que es una enfermedad heterogénea; es decir, son diversas las causas que la pueden desencadenar”.

Escobedo Arenas también puntualizó que existe predisposición genética para padecer asma, sobre todo cuando se asocia a alergias. También puede detonarse por infecciones, estrés, cuadros de ansiedad, o por asociación con rinitis y sinusitis (en adultos), o con enfermedades ácido pépticas como la gastritis y reflujo, pero también con ansiedad y depresión.

Por ello, los médicos debemos hacer una labor exhaustiva para buscar los desencadenantes, preguntar cómo viven para detectar desde una mala ventilación en la habitación, hasta el tabaquismo pasivo; incluso preguntar si cerca de sus hogares hay fábricas, empresas, tiraderos o lotes baldíos.

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