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Obesidad infantil

Cada vez es mayor el número de niños con sobrepeso, o incluso con obesidad, que vemos en la calle. Debemos tener claro que la obesidad es una enfermedad, y como tal tiene consecuencias no solo físicas, también psicológicas y sociales. Un niño obeso tiene un bajo rendimiento físico y sus habilidades motoras están disminuidas, lo que trae como consecuencia aislamiento y presión psicológica. Por lo anterior, se involucran poco en actividades físicas y deportivas, introduciéndose en un círculo vicioso.

Un niño obeso tiene muchas posibilidades de ser un adulto obeso; esta relación se vuelve más fuerte mientras más temprana sea la edad en que aparezca la obesidad, y mientras mayor sea el grado de esta. La obesidad está fuertemente relacionada con las enfermedades crónico-degenerativas, como diabetes, hipertensión, cáncer, enfermedades del corazón y otras.

El sobrepeso y la obesidad se dan gradualmente, debido a un desequilibrio entre lo que se consume y lo que se gasta de energía. Actualmente, los niños tienen cada vez menos actividad física, y la pandemia ha llevado esto a extremos insospechados. El tiempo que los niños están frente a una pantalla ha aumentado considerablemente, y el que dedican a actividades físicas, como andar en bicicleta, patinar o hacer algún deporte es cada vez menor. Esto resulta muy preocupante, ya que las actividades físicas, además de tener una relación positiva en la salud y el adecuado crecimiento, ayudan a disminuir y controlar el peso y la grasa corporal, regulan la presión arterial y otorgan otros beneficios. En el área psicológica y social, los juegos y deportes con otros niños tienen efectos positivos, como favorecer el desarrollo de habilidades, tanto físicas como mentales y facilitar las relaciones sociales de los pequeños.

El tratamiento de la obesidad en niños consiste en mantener o disminuir la ganancia de peso, así mientras el niño aumenta su estatura va disminuyendo su porcentaje de grasa, sin comprometer su crecimiento. No se debe “poner a dieta” a un niño sin el apoyo y seguimiento de su pediatra y un especialista en nutrición con los conocimientos necesarios, ya que se corren importantes riesgos en su desarrollo y su salud. En el tratamiento de la obesidad infantil no solo se debe trabajar con el niño, sino con su familia y su ambiente; pero sobre todo se debe dar un cambio en el estilo de vida, donde exista una mayor actividad física y se cuide la calidad de los alimentos, para garantizar su bienestar físico, psicológico y social.

Está en manos de los padres prevenir la obesidad de sus hijos y minimizar las posibilidades de enfermedades derivadas del sobrepeso en el futuro.

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