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Lactancia materna, el mejor comienzo

La leche materna es el alimento diseñado por la naturaleza que contiene todos los nutrientes que necesita el bebé para su óptimo desarrollo. La lactancia materna exclusiva es esencial desde el nacimiento hasta por lo menos los primeros seis meses de vida; es el mejor comienzo de vida que toda mujer le puede dar a su hijo. Además de otorgar nutrición inigualable para el bebé, es una gran fuente de amor, diálogo e interacción íntima con su madre.

Desde el momento del parto o cesárea es recomendable poner al bebé al pecho, y dar el tiempo a que inicie la succión, ya que es muy importante este contacto temprano para la lactancia y el apego que favorece el vínculo. Durante los primeros 4 días después del nacimiento, los pechos segregan la primera leche, llamada calostro, amarillento, transparente y espeso, con abundante contenido en proteínas y sales. El calostro tiene un gran valor nutritivo y es rico en factores inmunológicos, además de facilitar la evacuación del meconio.

El bebé alimentado a pecho come normalmente cada 2-3 horas, desde el comienzo de la tetada al inicio de la siguiente; esto se debe a que la leche materna se digiere más rápida y fácilmente. Mientras más succione el bebé, habrá mayor producción de leche.

Ya en casa, la madre necesita descanso, tranquilidad, paciencia y apoyo para que sea más fácil su adaptación con el bebé. Alrededor del cuarto día posterior al parto vendrá la bajada de la leche, que se caracteriza por la sensación de pechos muy llenos, duros y en algunos casos un poco de fiebre. Es importante que el bebé succione, ya que así ayudará a que se descongestionen los pechos. Cada bebé tiene su propio ritmo de succión, por lo cual no hay reglas de cuánto tiempo debe succionar de cada pecho, pero en promedio será entre 15 y 30 minutos de cada lado.

La posición debe ser abdomen con abdomen, a la altura del pecho, la cara frente al pecho y la boca a la altura del pezón. Al tomar el pecho, la boca del bebé debe abarcar parte de la areola, si no es así, y toma solo el pezón, saldrá menos leche, causando dolor a la madre y cansancio y frustración al pequeño.

La leche materna proporciona la primera inmunización; los bebés amamantados sufren menos infecciones respiratorias y otitis, evita las diarreas y la deshidratación, previene las alergias, evita la obesidad futura, ya que solo toman la cantidad que necesitan y respeta la genética de cada bebé.

Amamantar libera la oxitocina que ejerce en la madre un efecto euforizante y tranquilizador, además de desencadenar la conducta de protección maternal. La lactancia materna reduce sustancialmente el riesgo de cáncer de mama y brinda protección contra el cáncer ovárico.

Si tienes dudas, visita a una asesora de lactancia o a tu médico.

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