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Implante coclear, enorme paso en pérdida auditiva

La extraordinaria película nominada al Oscar “The sound of metal”, independientemente de las opiniones acerca del mensaje, nos introduce a uno de los más grandes avances en materia de salud del siglo XX, y sin duda el más importante en materia de audición; el implante coclear.

El oído se divide en tres áreas: oído externo, oído medio y oído interno. Las ondas de sonido atraviesan el oído externo y producen vibraciones en el tímpano que, junto con los tres huesecillos del oído medio, transmite esas vibraciones para que lleguen al oído interno. Dentro del oído interno, las vibraciones pasan por el líquido de una estructura semejante al caparazón de un caracol, conocida como cóclea.

Los nervios de la cóclea contienen miles de cilios (vellos diminutos) que ayudan a convertir las vibraciones sonoras en señales eléctricas que se envían al cerebro a través del nervio auditivo.

Las vibraciones producidas por los distintos sonidos afectan de forma diferente a los cilios, lo que hace que las células nerviosas envíen señales distintas al cerebro y que se pueda distinguir entre uno y otro sonido.

En la mayoría de las personas con pérdida auditiva, los cilios de la cóclea están dañados o ausentes, por lo que las señales eléctricas no se transmiten bien al cerebro y, como resultado, se pierde la audición. El implante coclear pasa por alto los cilios que ya no funcionan y permite al cerebro percibir los sonidos nuevamente.

La colocación del implante coclear requiere de un procedimiento quirúrgico, en el que se hace una incisión detrás de la oreja para introducir el dispositivo. En la mayoría de las personas, la cirugía ocasiona muy pocas molestias y el riesgo general es bajo. El dispositivo por lo general se enciende varias semanas después de la cirugía y, después de hacerlo, la persona logra escuchar, aunque la audición continúa mejorando durante los siguientes seis a doce meses.

El implante se compone de dos piezas: un procesador externo y un receptor interno que se coloca debajo de la piel detrás de la oreja. El procesador captura y procesa las señales sonoras y luego las envía al receptor que, a su vez, manda las señales a unos diminutos electrodos colocados directamente en la cóclea. El nervio auditivo recibe esas señales y las dirige al cerebro, donde se interpretan como sonidos.

Es así como este gran avance tecnológico y científico no solo ha solucionado un problema de audición, sino de relación de las personas sordas con su entorno, de localización de los sonidos en el espacio, de comunicación, de desarrollo del lenguaje y, por ende, desarrollo intelectual y aprendizaje.

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