Pasar por una cirugía siempre es una experiencia desgastante física y emocionalmente. Sin embargo, para que los resultados de una intervención quirúrgica sean óptimos es fundamental cumplir con un proceso de recuperación, que en muchas ocasiones incluye empezar a caminar lo más pronto posible. En muchas ocasiones, los médicos indican que el paciente camine el mismo día de la cirugía, o tan pronto como el paciente pueda; esto, para lograr una recuperación completa.
En muchas cirugías el factor de riesgo principal durante la recuperación es la formación de coágulos de sangre, que se puede convertir en una complicación grave. Otras complicaciones posteriores a una cirugía son la neumonía y los problemas intestinales.
La prevención de coágulos sanguíneos es una prioridad durante la recuperación de una cirugía. Los coágulos pueden bloquear el flujo de sangre y pueden tener consecuencias graves, como un ataque cardiaco o un accidente cerebrovascular. Cuando caminamos aumentamos la circulación sanguínea, lo que reduce el riesgo de que se formen coágulos.
Caminar mejora la función pulmonar. Durante la cirugía se utilizan tubos de respiración y anestesia, lo que puede causar problemas respiratorios después de la cirugía. Al caminar se apoyan los músculos respiratorios y se mejora la capacidad pulmonar, lo que evita complicaciones como la neumonía.
Caminar también promueve la motilidad intestinal. Después de la cirugía los intestinos pueden dejar de funcionar correctamente, lo que puede causar dolor y náuseas. Al caminar se estimulan el sistema gastrointestinal y los músculos, lo que ayuda a prevenir las complicaciones intestinales.
Además, el movimiento ayuda a reducir el dolor, la inflamación y la rigidez, al aumentar el flujo de sangre en la zona afectada. Y sabemos que caminar mejora el estado de ánimo al liberar endorfinas, que tienen efectos estimulantes.
Así que ya lo sabes, si te van a operar, no olvides empacar tus tenis… o tus pantuflas.
 (1).png "Ver artículo Peligros del uso indiscriminado de antibióticos")
