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Deshidratación, bebés, niños y personas de la tercera edad están en mayor riesgo

En estos tiempos de calor y enfermedades gastrointestinales, la deshidratación está a la orden del día, y esta puede ser peligrosa a cualquier edad, pero especialmente en los pequeños o los adultos mayores.

La deshidratación es la pérdida de agua en el cuerpo, la cual también incluye a los electrolitos vitales, como el sodio, el cloruro y el potasio.

El agua es muy importante, ya que representa alrededor del 60 % del peso corporal en adultos y hasta el 75% del peso corporal en bebés; la necesitamos para funciones básicas, como regular la temperatura corporal, mantener una piel y articulaciones sanas, digerir los alimentos, eliminar los desechos y ayudar a nuestro cerebro a funcionar de la mejor manera. Al perder agua más rápido de lo que esta es reemplazada, puede presentarse un cuadro de deshidratación moderado o severo.

La deshidratación puede afectar a cualquier persona, no importa qué tan mayor o joven sea, incluso si gozan de buena salud. Sin embargo, algunos grupos de edad son particularmente propensos a la deshidratación, como los bebés, los niños pequeños y los adultos mayores.

En el caso de los bebés y niños pequeños es sencillo que, ya sea por una infección que cause vómitos y diarrea, o por no beber suficiente agua, se deshidraten rápidamente Por su parte, los adultos mayores pueden olvidar tomar agua, ya que a medida que se envejece, la sensación de sed va aminorando. Algunos medicamentos, como los diuréticos, también pueden provocar deshidratación en personas mayores.

Síntomas

En la mayoría de la gente, la deshidratación puede causar irritabilidad o letargo; pero dependiendo de la edad, los síntomas pueden variar. Por ejemplo, los niños pueden dejar de producir lágrimas, tener la boca seca o un poco de fiebre, además pueden dejar de mojar sus pañales. Los adultos pueden sentirse mareados o con mucha sed, presentar dolores de cabeza, estreñimiento o piel seca, además, su orina puede ser más oscura de lo normal.

Como los bebés se ven afectados rápidamente a causa de la pérdida de fluidos, siempre que existan señales como las mencionadas es necesario llamar inmediatamente al pediatra e intentar alimentarlo con leche materna o en su defecto fórmula láctea. Se recomienda que los niños más grandes tomen agua simple y no darles electrolitos a menos de que el médico lo autorice.

Las infecciones gastrointestinales, la fiebre, el vómito, la diarrea, las altas temperaturas, el ejercicio intenso en un día caluroso o incluso los viajes, pueden causar deshidratación y esta puede tener complicaciones, como convulsiones, insuficiencia renal o caídas peligrosas en el volumen de sangre, que afectan la presión arterial.

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