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Disfunción sexual masculina en pacientes con diabetes.


Disfunción sexual masculina en pacientes con diabetes.

La disfunción sexual masculina es un problema frecuente que puede afectar la calidad de vida y la autoestima. En los hombres con diabetes, este trastorno es más común debido a los cambios que la enfermedad provoca en el cuerpo. La forma más conocida es la disfunción eréctil, que es la dificultad persistente para lograr o mantener una erección suficiente para una relación sexual satisfactoria. Sin embargo, también puede incluir disminución del deseo sexual, problemas de eyaculación y alteraciones en la sensibilidad genital.

En la diabetes, el exceso de glucosa en la sangre, mantenido por largos periodos, puede dañar los vasos sanguíneos y los nervios. Este daño, conocido como neuropatía diabética, afecta la transmisión de señales entre el cerebro y los órganos sexuales. Además, el flujo sanguíneo hacia el pene puede disminuir por alteraciones en las arterias, lo que dificulta el llenado adecuado de los cuerpos cavernosos, lo cual es necesario para la erección. Factores como el estrés, la depresión y algunos medicamentos usados para controlar la diabetes o sus complicaciones también pueden influir.

Los síntomas más evidentes son la dificultad para lograr o mantener la erección, menor firmeza o duración de la misma, reducción del deseo sexual, problemas para eyacular o cambios en la sensibilidad. Estos síntomas pueden aparecer de forma gradual y, en muchos casos, son un primer signo de que la diabetes no está bien controlada. Por ello, es importante no ignorarlos y comentarlos con el médico.

El diagnóstico se basa en la historia clínica, la exploración física y, si es necesario, estudios de laboratorio para evaluar el control de la diabetes, el estado hormonal y la salud cardiovascular. En algunos casos se podrían solicitar pruebas específicas para valorar el flujo sanguíneo o la función nerviosa en el área genital.

El tratamiento depende de la causa y puede incluir cambios en el estilo de vida, mejor control de la glucosa, manejo del peso, ejercicio regular, abandono del tabaquismo y reducción del consumo de alcohol. Existen medicamentos orales que ayudan a mejorar la erección, así como terapias de aplicación local o dispositivos de vacío. La terapia psicológica o de pareja también puede ser útil cuando hay un componente emocional.

La prevención es posible en gran medida. Mantener un buen control de la glucosa, la presión arterial y el colesterol, llevar una alimentación saludable y mantenerse activo físicamente ayudan a proteger la salud vascular y nerviosa. También es importante realizar revisiones médicas periódicas para detectar y tratar cualquier problema de forma temprana.