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Hábitos alimenticios en el primer año de vida

La formación de hábitos de alimentación desde edades tempranas es fundamental para el óptimo crecimiento y desarrollo de los bebés. La infancia es el mejor momento para instaurar hábitos alimentarios saludables, que, junto con la práctica de ejercicio de forma regular, son una efectiva manera de prevenir problemas de salud y obesidad en el futuro.

Se sabe que los bebés alimentados con leche materna posteriormente tendrán preferencia por los sabores que experimentan a través de la leche desde pequeños, y aquellos lactantes expuestos a un mayor número de sabores aceptarán mejor los nuevos alimentos, en comparación con los bebés que han tenido contacto con un número menor de sabores. Los resultados de algunos estudios muestran que los bebes alimentados con leche materna se adaptan con mayor facilidad a los nuevos alimentos, en comparación con los bebés que fueron alimentados con fórmula infantil, ya que la leche materna ofrece una experiencia sensorial más diversa que las fórmulas lácteas. Es por esto que, desde el inicio, la alimentación de la madre lactante debe se variada y saludable.

Desde recién nacidos los infantes muestran una gran preferencia por los sabores dulces, y tienen un rechazo general por los sabores agrios y amargos. Por esta razón los padres deben ser persistentes y ofrecer al pequeño los nuevos alimentos que inicialmente fueron rechazados.

Es recomendable introducir los sabores dulces en su forma natural, como en frutas frescas y no en dulces o pasteles. Asimismo, es importante evitar los refrescos, aguas de sabores y jugos envasados que pueden contener muchas calorías, así como conservadores que no son favorables para el bebé.

Para que tu bebé tenga una correcta alimentación se recomienda instaurar los siguientes hábitos:

1. Alimentar al bebé con leche materna durante los primeros 6 meses de vida.

2. Comer con tranquilidad, sin prisas ni pleitos, de modo que el bebé relacione la comida con momentos agradables de convivencia familiar y esté dispuesto a conocer y probar diferentes alimentos.

3. Incorporar nuevos alimentos poco a poco, de modo que el pequeño conozca y apruebe los diferentes sabores de forma agradable y paulatina.

4. Si el bebé enferma, procurar darle comidas sencillas y fáciles de digerir, y nunca reducir ni suspender la comida, pues necesita fortalecer sus defensas para combatir la enfermedad.

5. Enseñar al pequeño los diferentes grupos de alimentos, la importancia de las porciones y la variedad de opciones que pueden conformar su dieta, para que posteriormente su alimentación sea equilibrada, completa, adecuada y variada.

6. Es preferible ofrecer al pequeño, comida natural preparada en casa, en lugar de comida procesada o “comida rápida”, pues de esta forma es más fácil controlar tanto las porciones como el tipo de alimento que está ingiriendo, y el pequeño puede conocer y diferenciar de mejor manera los sabores individuales de cada alimento.

7. Además de la importancia de los puntos anteriores, es necesario que el menor haga actividad física diaria, adecuada a su edad, lo que además favorecerá su desarrollo y motricidad.

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