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Diabetes y daño renal

La diabetes es una enfermedad en la que el cuerpo no produce suficiente insulina, o no puede utilizar correctamente las cantidades normales de insulina. La insulina es una hormona que regula la cantidad de azúcar en la sangre.

La diabetes mellitus de tipo 1 suele aparecer en los niños, y el páncreas de quien la padece no produce suficiente insulina, por lo que es necesario que se la administre, generalmente con una inyección.

La diabetes de tipo 2, que es más común, suele darse en personas mayores de 40 años. En ella el páncreas produce insulina, pero el cuerpo no la utiliza correctamente. El alto nivel de azúcar en la sangre suele poder controlarse siguiendo una dieta y/o tomando medicamentos, aunque algunos pacientes deben administrarse insulina.

Un nivel alto de azúcar en la sangre, es decir cuando la diabetes no está bajo control, puede causar problemas en muchas partes del cuerpo, como nefropatía diabética. Cuando los vasos sanguíneos de los riñones se lesionan, estos no pueden realizar su función de limpiar la sangre correctamente. El cuerpo retiene más agua y sal de lo que debería, lo que puede provocar un aumento de peso e hinchazón de los tobillos, además de que los materiales de desecho del cuerpo no se eliminan, sino se acumulan en la sangre.

La diabetes también puede dañar los nervios del cuerpo. Esto puede provocar dificultades para vaciar la vejiga. La presión resultante en la vejiga llena puede hacer que la orina regrese a los riñones, dañándolos. Además, si la orina permanece en la vejiga durante mucho tiempo, el rápido crecimiento de bacterias puede facilitar una infección de las vías urinarias.

El signo más frecuente de la nefropatía diabética es el aumento de la excreción de albúmina (proteína) en la orina. Otros signos son aumento de peso, hinchazón en los tobillos, presión arterial alta. Por todo esto es importante que las personas que viven con diabetes mantengan una comunicación estrecha con su médico y se realicen estudios de sangre, orina y presión arterial una vez al año, como mínimo. Mantener un correcto control de la diabetes, con los tratamientos médicos indicados, una dieta saludable y actividad física diaria, puede reducir el riesgo de desarrollar una enfermedad renal grave.

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