La poliomielitis es una enfermedad muy contagiosa causada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas. El virus se transmite de persona a persona, principalmente por vía fecal-oral o, con menos frecuencia, a través de un vehículo común, como el agua o los alimentos contaminados, y se multiplica en el intestino. Los síntomas iniciales son fiebre, cansancio, cefalea, vómitos, rigidez del cuello y dolores en los miembros. Una de cada 200 infecciones produce una parálisis irreversible (generalmente de las piernas), y un 5% a 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios. La poliomielitis está erradicada en México desde hace más de 30 años gracias a la inmunización, principalmente con la vacuna Sabin.
Tras la epidemia mundial de los años cuarenta y cincuenta, la poliomielitis ha sido erradicada en muchos países. Esto se ha logrado en gran medida gracias a la vacuna Sabin, desarrollada por el virólogo polaco nacionalizado estadounidense Albert Bruce Sabin.
Albert Bruce Sabin procedía de una familia judía que emigró a los Estados Unidos huyendo del régimen comunista y del antisemitismo en 1921.
Según dice la leyenda, su interés por microbiología le surgió de leer el libro Los cazadores de microbios, de Paul Kruif. Estudió medicina en Nueva York, e ingresó como profesor de investigación en pediatría en la Universidad de Cincinnati, en 1946. Con el apoyo de la National Foundation for Infantile Paralysis (Fundación Nacional de la Parálisis Infantil), creada por el presidente Roosevelt, demostró que el virus pasaba al sistema digestivo, de ahí a la sangre y a la linfa y al sistema nervioso. Identificó asimismo los tres tipos diferentes de virus: Brunhilde (tipo I), Lansing (tipo II), y Leon (tipo III) y desarrolló la vacuna Sabin a base de virus vivos atenuados, que se administra por vía oral, es trivalente y produce inmunidad duradera. La vacuna Sabin se administraba en un terrón de azúcar y para los años 60 su uso se generalizó alrededor del mundo. Aproximadamente doscientos millones de niños fueron vacunados en Europa y los Estados Unidos en la década de los años sesenta, lo que supone que se evitaron unas 50.000 muertes y unos 5.000.000 de casos.
Lo notable de esta historia es que Albert Bruce Sabin nunca quiso patentar la vacuna, insistió en que todos los niños del mundo debían recibirla de forma gratuita. La poliomielitis estaba acabando con generaciones enteras. Su vacuna, administrada en un terrón de azúcar, cambió la historia de la humanidad.
El virólogo declaró en alguna ocasión “Muchos insistieron en que patentara la vacuna, pero yo no quería. Es mi regalo a todos los niños del mundo".