El nuevo coronavirus ha infectado a millones de personas en el mundo, y aunque la mayoría no presenta síntomas o estos son leves, en el resto de los casos se desarrollan cuadros clínicos que pueden derivar en una falla orgánica y la muerte. En este sentido, entre los aspectos que faltan por entender está la respuesta inmune del cuerpo ante el virus y cómo esta se asocia con la gravedad de los síntomas.
Las células B, conocidas por ser precursoras de diferentes anticuerpos, son parte de los mecanismos de defensa del organismo para enfrentar agentes dañinos (entre ellos los virus) y existen indicios de que el nuevo coronavirus afecta su cantidad y función, lo cual hace necesario estudiar si esto pudiera influir en el curso que tomará la enfermedad COVID-19.
Vianney Ortiz Navarrete, investigador del Departamento de Biomedicina Molecular del Cinvestav, Víctor Andrés Sosa Hernández, estudiante de doctorado y José Luis Maravillas Montero, graduado de esta institución, participaron en un proyecto para analizar la cantidad y el tipo de células B presentes en muestras de sangre de personas positivas a covid-19 en estado leve, grave y crítico.
Esto a fin de identificar alteraciones, como disminución o aumento de poblaciones específicas de células B, respecto de individuos sanos, y si existe un vínculo entre estos cambios y la severidad de la enfermedad.
Los resultados indican que en los pacientes con síntomas leves de COVID-19, los perfiles de células B están diversificados y no mostraron diferencias significativas respecto de los sujetos sanos; en cambio en las personas en estado grave y crítico predominaron algunas subpoblaciones. Se trata de células conocidas como doble negativas (DN), en específico las subpoblaciones DN2 y DN3, que han sido descritas en procesos inflamatorios crónicos, pero de las cuales se desconoce su funcionalidad.
Las células DN2 se incrementaron en casos graves y críticos en comparación con los leves, y las DN3 aumentaron significativamente a medida que empeoraba la enfermedad. Sin embargo, para comprender las implicaciones de lo anterior, se requiere información de la función de estos subtipos de células B, tanto en condiciones de buena salud como en el contexto de diversas enfermedades, en especial infecciosas, explicó Víctor Sosa.
Además, se encontró que en los casos de enfermedad crítica disminuyeron drásticamente un tipo de células B conocidas como de memoria, capaces de suprimir infecciones posteriores tras la primera exposición a un patógeno. En este mismo tipo de pacientes, las células secretoras de anticuerpos (encargados de defender al organismo de agentes dañinos) presentaron un incremento, lo cual no implica una mejor protección, ya sea porque no son específicos ante el virus causante de la infección, se generan en una etapa tardía o producen moléculas que promueven la inflamación.
En este trabajo participaron investigadores y estudiantes del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, de la Red de Apoyo a la Investigación de la UNAM, así como del Cinvestav.
El análisis se realizó a partir de 52 muestras de sangre provenientes de personas sanas y de otras con COVID-19 que fueron categorizadas en pacientes con enfermedad leve (fiebre y signos de infección respiratoria), grave (insuficiencia respiratoria) y crítica (necesidad de ventilación mecánica, choque o falla orgánica).
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