México tiene amplia experiencia en la producción de anticuerpos en equinos, fundamentalmente en el área anti-veneno, en respuesta a la necesidad de atender el alto número de casos de picaduras de alacranes peligrosos, pues al año se reportan de manera oficial 300 mil, destacó Alejandro Alagón Cano, investigador del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien participó en la transmisión del ciclo Charlas con Premios Nacionales.
El científico, Premio Nacional de Ciencias 2005, presentó el tema Anticuerpos Equinos Policlonales Terapéuticos, en el ciclo organizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Consejo Consultivo de Ciencias.
El investigador emérito habló acerca de la inmunidad activa y la pasiva. Al referirse a la primera, señaló que la persona produce los anticuerpos; mientras en la segunda un organismo, como los caballos, es inmunizado antes contra venenos, o incluso, contra el COVID-19, para crear anticuerpos.
Prosiguió: “Esos anticuerpos se purifican, se refinan y se transfieren a los pacientes, ya sea porque fueron mordidos o picados por animales venenosos o sufren la enfermedad causada por el nuevo coronavirus. Casos en que las personas no tienen tiempo de producir sus anticuerpos y hay que transferirlos de otro organismo, que en este caso es el caballo”.
El científico sostuvo que, debido a la enorme cantidad de casos, la necesidad de generar un antídoto contra el veneno de alacrán es muy grande, y que también se registran de 4 a 5 mil mordeduras por víboras y entre 2 y 4 mil de arañas.
Según el especialista, en México hay alrededor de 240 especies de alacranes, de las cuales unas 15 son peligrosas para el hombre. Explicó que en el veneno de los alacranes hay varios grupos de toxinas; todas actúan sobre canales iónicos, que sirven para la comunicación intracelular, especialmente a nivel de neuronas o músculo.
El trabajo en los equinos, sometidos a un cuidadoso procedimiento, es para generar cantidades muy grandes de anticuerpos neutralizantes. “Los caballos tienen que ser manejados de forma humanitaria y con todo cuidado, para que produzcan anticuerpos en cantidades tan altas como las que hacen falta para producir anti-veneno”, puntualizó Alagón.
Con estas investigaciones, precisó, se busca que “la gente sepa que existen anti-veneno, es decir, un recurso terapéutico que funciona; también es necesario educar a los médicos en la forma en que se utilizan y la dosis que se aplica”.
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