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Acerca del Nobel de Química


El pasado mes de octubre se entregó el Premio Nobel de Química a la francesa Emmanuelle Charpentier y a la estadounidense Jennifer Doudna, por la creación de las “tijeras genéticas” CRISPR/Cas9. Este trabajo, completo y publicados sus pormenores en 2012 en la revista Science, con el título de "A programmable dual-RNA-guided DNA endonuclease in adaptive bacterial immunity" plantea la utilización de una especie de ‘tijeras moleculares’ capaces de cortar, pegar y editar el ADN. Según la Academia Sueca de Ciencias, que otorga este premio, anteriormente la edición genética solía ser un trabajo lento, difícil y, a veces, imposible. Sin embargo, el uso de la técnica CRISPR-Cas permite cambiar ‘el código de la vida’ en tan solo unas semanas.

El primer dúo femenino ganador del Nobel de Química está conformado por Emmanuelle Charpentier, que es bioquímica y microbióloga de la Unidad Max Planck para la ciencia de los patógenos en Berlín y por Jennifer Doudna, que es profesora de química y biología molecular en la Universidad de California.

La técnica de edición genética CRISPR/Cas9 se basa en un complejo sistema inmunitario de las bacterias que las protege contra los virus. Se trata de una inmunidad adquirida, o adaptativa, que recuerda las secuencias de ADN de los patógenos de ataques anteriores y corta su ADN en caso de una nueva infección.

Este descubrimiento revolucionó la ciencia en muchos ámbitos; a partir de la publicación del trabajo en Science, con el uso de esta herramienta se han desarrollado cultivos que resisten la sequía, el moho y las plagas sin necesidad de antibióticos ni insecticidas, y se han editado los genes que hacen que el arroz absorba metales pesados del suelo, lo que lleva a variedades mejoradas, con menores niveles de cadmio y arsénico.

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Pero, sin duda, las posibilidades más esperanzadoras están puestas en el desarrollo de técnicas médicas con una visión más allá de lo imaginable. Actualmente se están realizando ensayos clínicos de nuevas terapias contra el cáncer y se estudia la posibilidad de tratar enfermedades hereditarias, como la anemia falciforme. Asimismo, experimentos con animales arrojan resultados esperanzadores en el tratamiento de distrofia muscular o la enfermedad de Huntington y para corregir importantes defectos genéticos, como las mutaciones causantes de la distrofia muscular y la fibrosis quística.

Sería imposible para mí, e inútil para este texto, explicar cómo funciona la técnica de “tijeras genéticas” CRISPR/Cas9, o cuál fue el procedimiento que llevó a tan enorme descubrimiento. Pero la cuestión que se nos presenta son las implicaciones éticas del uso de estas técnicas en humanos, por no hablar de sus consecuencias en el genoma humano a largo plazo.

Se ha hablado ad nauseam de los bebés genéticamente diseñados y la manipulación de embriones humanos, y es un lugar tan común que ya da flojera, pero las posibilidades de la tijera genética van mucho más allá; por supuesto, no tengo la información suficiente para emitir una opinión o postura al respecto, pero es un tema que vale la pena discutir y regular. Y finalizar diciendo que la Unesco considera que el genoma humano debe ser protegido y que los avances de la ciencia deben ser considerados a la luz de las normas éticas y de los derechos humanos.

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