El de próstata es el cáncer no cutáneo más diagnosticado,| y una de las principales causas de muerte por cáncer en muchos países. Esta enfermedad puede controlarse eficazmente con una detección precoz y un tratamiento adecuado.
La glándula prostática, un pequeño órgano del tamaño de una nuez situado en el aparato reproductor masculino, desempeña un papel central en la producción de semen. El cáncer de próstata aparece cuando las células normales de la glándula mutan y crecen sin control, formando tumores. La causa exacta de estas mutaciones sigue sin estar clara, pero influyen factores como la edad, los antecedentes familiares y el origen étnico. A medida que los hombres envejecen, su riesgo de desarrollar cáncer de próstata aumenta significativamente. Un hombre con un padre o hermano diagnosticado de cáncer de próstata tiene un riesgo mayor.
En sus primeras fases, el cáncer de próstata no se manifiesta con síntomas perceptibles. Sin embargo, a medida que el cáncer avanza, los hombres pueden experimentar dificultad para orinar, micción frecuente por la noche, sangre en la orina o disfunción eréctil.
Si se detecta oportunamente, el tratamiento tendrá mejores posibilidades de éxito, por lo que es recomendable visitar al médico una vez al año y realizarse un análisis de sangre para detectar los niveles de antígeno prostático específico.
Afortunadamente, existen diversas opciones de tratamiento para el cáncer de próstata, que van de acuerdo con la gravedad y el caso particular del paciente. En el caso de los cánceres localizados y de crecimiento lento, la vigilancia activa puede ser una opción, en la que los médicos siguen de cerca la evolución del cáncer sin intervenir inmediatamente. La cirugía, la radioterapia y la hormonoterapia son otras opciones de tratamiento habituales.