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Lo que viene con la edad


Lo que viene con la edad

Tomar la vida como venga, ser espontaneo y natural, vivir las experiencias buenas y malas y madurar con ellas, es una parte muy disfrutable de existir. Esta actitud nos hace sentir jóvenes, nos permite mantenernos atentos y con cierto estado de expectación. Acelera nuestro pulso, e incluso le da un estimulante toque de sal y pimienta a nuestra vida. Sin embargo, hay ciertas cosas ante las que no es de ningún modo recomendable improvisar sobre la marcha. Un ejemplo muy real y dramático puede ser vacunar a nuestros hijos. El dolor de la inyección, o incluso los riesgos de aplicar una vacuna, son infinitamente inferiores a tener que enfrentar una enfermedad que puede ser incapacitante o incluso mortal.

Cuando una persona tiene un tropiezo menor, sobre todo si es alguien positivo y proactivo, generalmente no tendrá problemas al enfrentarlo, aprender de él y seguir adelante con su vida con la misma alegría y buena actitud que antes; pero cuando éste no es un tropiezo menor, sino un problema grave, la vida parece detenerse y hay que actuar con rapidez e inteligencia para solucionar el problema, evitando perder en lo posible nuestra salud, dinero, tiempo y energía. En estos casos, tomar las precauciones y prevenir hubiera sido la mejor idea.

Cuando estábamos en secundaria o prepa, la mayoría de nosotros nunca nos imaginamos que íbamos a tener que enfrentar situaciones enormemente difíciles y duras, que íbamos a tener problemas pequeños y también muy graves en nuestra vida. Jamás se cruzó por nuestra mente que íbamos a tener una vida de adultos, a los que les pasan cosas que en nuestra juventud quizá nos pudieron haber parecido insuperables. Piénsalo, platícalo con tus amigos de juventud, y vean la vida que les ha tocado vivir a ustedes y a otros de sus amigos o compañeros; enfermedades, accidentes, adicciones, decepciones, quiebras o muertes. En cuántas de esas ocasiones hubiera sido inmensamente mejor, y hubiera habido menos daño o destrucción, el haber podido prever lo que iba a suceder y tomar la decisión de evitarlo.

Así es la juventud, y es maravillosa así; no nos podemos culpar o pensar que fuimos tontos o irreflexivos, simplemente estaba en nuestra naturaleza en aquel momento. Hoy, la mayoría de los adultos que hemos enfrentado y superado algunos golpes de la vida, grandes o pequeños, sabemos de la importancia de prevenir en vez de lamentar. Esto no quiere decir que nos hayamos vuelto aburridos, predecibles o “rucos”.

Simplemente es que hemos madurado, y a través de la experiencia hemos aprendido que, aunque la espontaneidad nos regala juventud y encanto, hay ciertas cosas en las que prevenir es sin la menor duda una buena decisión. Actualmente, y ante la crisis sanitaria que estamos viviendo y que se ha llevado a tanta gente, esto se hace más que necesario.

Para no perder la espontaneidad y la improvisación de nuestra vida podemos tomar decisiones, como hacernos un corte de pelo exótico y atrevido, pintar la casa de un color brillante, grabar un video simpático y enloquecido y publicarlo en redes sociales; si estamos solteros, abrir una cuenta en alguna de las Apps para buscar pareja y ligarnos a alguien inimaginable; si tenemos pareja, atrevernos un poco más en la cama; en fin, las posibilidades son muchas. Disfruta de tu edad, seas joven o “chavorruco”, este momento de tu vida no volverá a repetirse nunca. Sácale jugo a cada segundo y vive el aquí y el ahora.