
Nuestra relación con los alimentos

Algunas personas ven a los alimentos como un bien necesario y placentero, los disfrutan y los saben manejar, y otras los ven como un mal necesario que les provoca placer, pero también conflictos.
Generalmente el comer es placentero, sin embargo, a muchas personas –especialmente mujeres, y más si son adolescentes– el comer puede llevarlas a estar en conflicto, debido al sentimiento de culpa que surge justo cuando han comido algo que, según ellas, “no deberían.” Esta situación se presenta cuando existe la idea de que hay cosas buenas y malas para comer y que hay porciones específicas que cubrir para no caer en un exceso.
Los animales en sus ecosistemas en general comen exactamente lo que necesitan, no es común ver a un animal en la selva, bosque o campo que sea obeso, y esto se debe en parte a la disposición del alimento; aunque haya abundancia de alimento, los animales cuando han tenido suficiente dejan de comer y se retiran. Los animales con sobrepeso generalmente son criados por humanos.
Los animales, al igual que los seres humanos, tenemos un sistema que nos permite comer cuando tenemos hambre y dejar de hacerlo cuando ya hemos cubierto nuestra necesidad de alimento. Sin embargo, en algunas personas este sistema no funciona bien, debido a que a lo largo del tiempo han perdido la capacidad de escuchar a su organismo, se confunden y no hacen caso de los llamados del cuerpo cuando dice que quiere comer o que ya no quiere comer.
Es común encontrar personas que tienen conflictos con los alimentos, que presentan luchas internas cuando tienen disponible un alimento que no “deberían comer” y que se sienten culpables y sin fuerza de voluntad cuando caen en la tentación y lo comen. Si te identificas con algo de esto, es importante que sepas que ningún alimento es malo, salvo aquellos en mal estado o que de alguna manera son tóxicos y te pueden enfermar. Todos los alimentos tienen propiedades que nos ayudan a nutrirnos; lo que hace que un alimento o comida no sea bueno es la poca variedad, la combinación y la cantidad que comemos de cada uno de ellos. Es importante que reflexiones si es verdad que sabes escuchar a tu organismo, y que puedes determinar con certeza cuál es la cantidad y calidad de alimento necesario para ti.
1. Siéntate a desayunar, comer y cenar más o menos a la misma hora, con calma y sin prisas. Dale la importancia que merece el acto de comer.
2. Antes de empezar a comer sé consciente de cuánta hambre tienes en realidad.
3. Sírvete o selecciona la cantidad de alimento de acuerdo al hambre que tienes en ese momento.
4. Come despacio (20 minutos como mínimo).
5. Mientras comes, evita hacer otras actividades, como ver televisión, leer, trabajar o mirar el celular. Lo mejor es conversar.
6. Saborea los alimentos, trata de imaginar cuáles son los ingredientes que componen el platillo.
7. Piensa que los alimentos que comes son para nutrirte y no para engordarte.
8. Observa si estás comiendo algo nuevo o algo que ya has repetido en la semana varias veces.
9. Cuando hayas comido medio plato analiza qué tan satisfecho estás.
10. Continúa comiendo hasta que te sientas satisfecho, a gusto, no lleno, y deja de comer cuando sea necesario.
Estas sugerencias te pueden ayudar a conocer, poco a poco, el lenguaje de tu cuerpo; la observación, la constancia y paciencia es lo que te llevará a conocer cómo funciona tu organismo ante los alimentos que comes y así relacionarte de manera saludable.