
Ansiedad, una amenaza a la salud cardiometabólica.

Un estudio publicado en Journal of the American Heart Association en febrero de 2022 analizó cómo dos rasgos relacionados con la ansiedad —el nerviosismo crónico y la tendencia a preocuparse— se asocian con el aumento del riesgo cardiometabólico a lo largo de cuatro décadas. Esto significa el aumento de riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, hipertensión, obesidad o diabetes, entre otras.
Los investigadores analizaron datos de 1,561 hombres sanos, con una edad promedio de 53 años, quienes en 1975 completaron evaluaciones sobre niveles de nerviosismo y preocupación, usando cuestionarios estandarizados. A lo largo del estudio, realizado entre 1975 y 2015, se evaluaron cada 3 a 5 años siete marcadores clave de riesgo cardiometabólico: presión arterial, colesterol total, triglicéridos, índice de masa corporal (IMC), glucosa en ayunas y otros indicadores biológicos.
En promedio, los participantes acumulaban más factores de riesgo conforme envejecían: entre los 33 y los 65 años, el número de marcadores de alto riesgo aumentó en unos 0.8 por década, llegando a un promedio de 3.8 factores de riesgo a los 65 años, y luego ese incremento se volvió más lento.
Tanto el nerviosismo crónico como el grado de preocupación se asociaron con un mayor riesgo constante: por cada aumento significativo en estos rasgos, el riesgo de presentar seis o más marcadores de alto riesgo aumentó un 13 % y un 10 %, respectivamente.
Estos resultados sugieren que los hombres con niveles elevados de ansiedad construidos desde la personalidad podrían desarrollar problemas cardiometabólicos más temprano y mantenerse en una trayectoria de riesgo elevado a lo largo de su vida.
Aunque el estudio no demostró que tratar la ansiedad reduzca directamente el riesgo, los autores recomiendan que las personas ansiosas tengan un monitoreo cuidadoso de su salud cardiovascular, controlando peso, presión arterial, colesterol y haciéndose chequeos médicos regulares.
Dado que la muestra consistió principalmente en hombres y personas blancas, sería importante realizar estudios similares en mujeres y personas de diversas etnias y contextos socioeconómicos para confirmar si estas asociaciones son universales.
Este estudio pone de manifiesto que los aspectos emocionales como el nerviosismo y la preocupación no solo repercuten en nuestro bienestar mental, sino también en nuestra salud cardiovascular. Reconocer y atender estos factores desde temprano puede hacer una diferencia importante en la prevención de enfermedades cardiometabólicas a largo plazo.