
La poderosa TIROIDES

El cuerpo humano alberga órganos extraordinarios, pero pocos ejercen una influencia tan profunda y amplia como la tiroides. Esta glándula que se ubica en la parte delantera del cuello. A pesar de su diminuto tamaño, lleva a cabo funciones esenciales, regulando silenciosamente nuestro metabolismo, crecimiento, desarrollo e incluso estado de ánimo.
La glándula tiroides produce hormonas, principalmente tiroxina (T4) y triyodotironina (T3), que actúan como mensajeros químicos y viajan por el torrente sanguíneo para influir en casi todas las células del cuerpo. La T4, la hormona precursora, se convierte en la T3, más activa, que se une a los receptores celulares y determina el ritmo al que las células queman calorías, un proceso conocido como tasa metabólica basal. Esta influencia metabólica se extiende a una amplia variedad de funciones corporales, desde el ritmo cardiaco y la digestión hasta la función cerebral y el control muscular.
La glándula tiroides actúa en consonancia con la hipófisis, situada en la base del cerebro. La hipófisis segrega la hormona tirotropina, que actúa como un conductor, indicándole a la tiroides que produzca más o menos hormona tiroidea en función de las necesidades del organismo. Este juego de retroalimentación garantiza un delicado equilibrio de los niveles de hormona tiroidea, necesaria para mantener la salud.
Sin embargo, la influencia de la glándula tiroides va mucho más allá del metabolismo. Las hormonas tiroideas desempeñan un papel central en el desarrollo fetal, garantizando el crecimiento y la maduración adecuados del cerebro y el sistema nervioso. En los niños, unos niveles adecuados de hormonas tiroideas son esenciales para el crecimiento y la función cognitiva normales
Este delicado equilibrio puede verse alterado principalmente por dos trastornos:
- Hipertiroidismo, en que la tiroides produce un exceso de hormonas que acelera los procesos corporales. Los síntomas pueden incluir pérdida de peso, ansiedad, palpitaciones y dificultad para dormir.
- Hipotiroidismo, en que la producción de hormonas es insuficiente, lo que provoca fatiga, aumento de peso, sensibilidad al frío y depresión.
Un médico, con ayuda de estudios de laboratorio, puede diagnosticar cualquiera de las dos condiciones y buscar la causa, para poder dar el tratamiento adecuado.